El
hombre serpenteaba los autos de la avenida con su silla de ruedas. El muñón
sosteniendo una estampita me asaltó la cara. Rechacé la oferta y deslicé un
billete en su mano sana. A la mañana siguiente el periódico: “Manco en silla de
ruedas atropellado en la avenida. Curiosamente, no pudieron arrancarle de la
mano sana, un estrujado billete que apretaba con fuerza”.
Me pregunto si no le habré clavado un billete en el alma y el tráfico
hizo el resto.
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