Junio me sorprendió desenterrando un pequeño
limonero de la huerta del vecino. Doce años tenía la espalda que pesaba cuando
mi madre la obligó a que devolviera la planta; mi padre terminó de convencerla
con el cinto.
Mucho tiempo después, el limonero del patio
trasero de mi casa, rebosaba de fruta amarilla.
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